abril 09, 2013

Una visión de país, y sus preguntas


por Carmelo Carrillo
@carrmelo


Chávez era "pueblo". A Chávez le dolió esa "nueva tierra" que masacraron y saquearon dando a cambio espejos hace más de 500 años, cuando dejamos de contar y vivir nuestra historia de persona a persona, para ser escritos dentro de otro sistema en lenguas ajenas, en una irrupción demoledora de nuestro tiempo/espacio. Chávez creció desde abajo para entender otra conexión con lo que se vivió y se vive. Y luchó, con las pocas maniobras que le permitía ese sistema, para conseguir un cambio que nos devolviera nuestra herencia.

Chávez murió, pero no murió su idea, y bajo los preceptos de la constitución, impulsada por él en 1999, tenemos, de entre siete candidatos, dos opciones que mantienen relevancia para comandar el país.

reutersHenrique Capriles, el candidato de la "unidad" donde se piensa "diferente". El llamado candidato de la "burguesía", por aquello que no es pueblo pues nació con una serie de comodidades que lo alejan del común; comenzando por una educación absolutamente privada y elitista, tan privilegiada que hasta estudios en el extranjero ha realizado. Sus mayores referencias son todos los cargos de poder popular que ha obtenido voto a voto, y gracias a esto, todas las obras que ha realizado a lo largo de su carrera política. Pero está involucrado con "la derecha", en una mesa, conformada en buena parte por una serie de políticos que han participado, desde la IV, en ese agujero de corrupción que está a punto de hundir a nuestro país.

¿Está Capriles consciente que sucede, más allá de los políticos, una verdadera revolución? ¿Podrá gerenciar a la República Bolivariana de Venezuela que ha nacido junto a millones de venezolanos? ¿Será capaz de entender ese ideal del que fue "el nuevo mundo", o va a entregar estas tierras a un proyecto de orden y capital, en declive, que no nos pertenece y que tanto daño sigue haciendo?

Nicolás Maduro, el candidato elegido por Chávez para consolidar una realidad única en desarrollo. El llamado candidato del "pueblo", pues viene de abajo, no tiene estudios superiores pero ha aprendido de la calle. Sabe lo que el trabajo enseña, y cómo puede llevar a desarrollar lo que siempre se ha deseado e incluso más. Partiendo de sindicatos ha llegado a ser canciller y vicepresidente, y así, presidente (e) de un país en transiciones.
¿Podrá Maduro mantener su liderazgo actual de ser reelegido? ¿Será capaz de calmar las discusiones y parcialidades dentro del Partido Socialista Unido de Venezuela? ¿Podrá ser "muro de contención" de esas "ideas locas" del extremismo? ¿Podrá sopesar con su imagen los problemas que aún no consiguen solución, que siguen quitando y consumiendo vida?

Existe un trabajo leal y desinteresado a un proyecto de patria, pero existe también la vieja política dentro del partido de gobierno ¿Podrá Maduro romper con la "boliburguesía"? ¿Podrá mantener nuestra la patria y alejarla de los ya 54 años de corrupción visible y desenfrenada?

La historia es imposible cambiarla. La historia, esa que pasó, está para asumirla y convertirla en conocimientos, trabajar en fortalezas y debilidades e intentar salir bien del eterno espiral. Ahora, una vez más, nos debatimos por dos opciones.

Las cosas pueden parecer lo que no son y mucho menos llegan a ser todo lo que nos dicen, sobretodo cuando nos hemos quedado en prejuicios. ¿Podremos reconocernos y trabajar en conjunto para lograr la Venezuela que todos merecemos y soñamos? Chávez ayudó a abrir los ojos de muchos para expresarse y exigir lo que corresponde, valorar lo nuestro. Ha llegado la hora de con el voto consciente dar un nuevo rumbo a la historia, y una vez elegido nuestro porvenir, más allá de los bandos, oficialista u opositor, y desde la trinchera que nos haya tocado, aportemos en conjunto nuestras mejores cualidades para conseguir lo que deseamos. Bien se dice que en la diferencia está el gusto.

marzo 25, 2013

La gran campaña que no fue

Por Yimmi Castillo

Todo estaba preparado para que asistiéramos a una campaña llena de propuestas y argumentos de lado y lado. Nicolás Maduro tenía un plan ya presentado al país por su "padre" político Hugo Chávez y Henrique Capriles tenía el chance de terminar de regar la semilla que sembró en la pasada campaña.

Pasó el luto, pasó el llanto extendido y llevado a los límites del show y llegó la convocatoria. La MUD también le puso suspenso al espectáculo con un tardío pronunciamiento del candidato opositor sobre si aceptaba o no la candidatura. Finalmente Capriles acepta y comienza a dar luces sobre lo que venía: una campaña llena de confrontación negativa.

La batalla de ideas, la discusión de las propuestas, la presentación misma de las propuestas de los candidatos ha quedado en segundo plano, para dar paso a las descalificaciones, a los chistes misóginos, homofóbicos y machistas, a la burla, a la mofa, al chalequeo balurdo y adolescente.

Hemos perdido un tiempo valioso hundiendo más aún la brecha que separa a los pueblos chavistas y opositores. El lenguaje de la campaña ha venido mermando en la confrontación más allá de los candidatos, permeando hasta las bases, hasta la gente en la calle y en ese otro espacio público que son las Redes Sociales. Todos se insultan, todos se ofenden, todos se amenazan con desaparecerse mutuamente.

Capriles llama a la unión pero sigue hablándole a los convencidos. Maduro promete avanzar con la revolución por encima de lo que sea. Ambos se dirigen a sus audiencias cautivas, a los que no hace falta convencer, a los que ya están decididos.

En la campaña del 7O al menos ambos candidatos, en ese momento Chávez y Capriles, tuvieron la delicadeza de dirigir gran parte de su discurso a los mal llamados "Ninis". A los no convencidos, a los que buscan la mejor alternativa escapando de la solidaridad religiosa y automática del feligrés político, ese que no ve funcionarios sino mesías en cada opción electoral. Hoy esa gente no consigue interlocutor, su voz no suena, sucumbe a los gritos que los convencidos se lanzan mutuamente.

No hay propuestas sobre temas "progresistas" por naturaleza: matrimonio homosexual, aborto, legalización de drogas, ni siquiera la hay sobre temas ordinarios como las políticas de inclusión, políticas económicas y sociales. Los pocos esfuerzos se quedan en la superficie, en la crítica sin profundidad: "Maduro devaluó y te hizo más pobre", pero ¿Qué se propone frente a eso?, "Capriles está obsesionado conmigo", ok y ¿el Plan socialista de Chávez cómo lo interpretas tú? Nada, no hay respuestas. Los candidatos nadan en sus contradicciones pero no importa, porque es mejor reirse de un bailecito y hacer chistes sobre la "hombría" o el trabajo de chofer que tuvo el candidato. Tan show termina siendo, que el foco se ha trasladado a personajes de la farándula local.

Esta campaña corta se está consumiendo en tiempo y discursos sin sustancia. Es corta y divierte, como buen espectáculo, pero no deja nada al final. O sí, está profundizando las divisiones, los desencuentros. La gente se grita "Majunches" y "Chaburros", y todo llega hasta allí, o pasa a las manos y a los tiros. Nos seguimos enemistando, les prohíben la entrada a los hoteles del Estado a la mitad del país, le juran venganza a la otra mitad.

Se justifica, se defiende o sencillamente se omite la crítica contra estos conatos de discriminación política, y eso nos hace responsables de un futuro en el que nos puede explotar en la cara las consecuencias de esta suerte de "Apartheid" tropical que pareciese estar gestándose... o tal vez profundizándose.

Necesitamos un Gobierno que construya sobre el aporte que podemos dar TODOS al país, no uno que se erige sobre la división y la explotación de los rencores de la gente. No necesitamos más profetas del rencor, no necesitamos acabar con una discriminación instaurando otra. Justicia social no es igual a venganza.

Esta campaña no se trataba de partidos, de izquierdas o de derechas, se trataba de Política con P mayúscula, esa que nos atañe, nos afecta y nos importa a todos. Esta campaña nos obligaba a mirar mucho más allá del hecho electoral, está en juego nuestra convivencia en este pedazo de tierra que nos tocó vivir. No puede la mitad del país pretender borrar con un resultado electoral a la otra mitad. Si seguimos por esa vía, podemos despertar en un futuro muy doloroso.

marzo 07, 2013

Orfandad


Ricardo Andrade


Desaparecidas las grandes presencias, sobrevienen las grandes ausencias. A causa de las informaciones no oficiales la noticia se esperaba de un momento a otro, pero conocerla causó extrema perplejidad. ¿Cómo es que un hombre que no hace mucho tiempo lucía invencible, hablando del futuro y de la potencia que seríamos en el mañana, ya no está entre los vivos hoy? Cuesta creerlo. Somos tan poca cosa frente a la enfermedad y frente a la muerte, que es muy flaco el servicio que nos presta la adulación de terceros y esa soberbia propia que nos puede llegar a hacer sentir, por momentos, inmortales.

Ayer no me salía otra cosa que silencio, pero poco a poco tendremos que verbalizar esta angustia social. Hugo Chávez ya no está en la escena política venezolana, al menos ya no de forma viva y directa, y ello, además de motivo de aflicción -especialmente para quienes nos hemos pasado más de la mitad de la vida sabiéndolo Presidente-, es también motivo de preocupación. Su liderazgo carismático era lo único capaz de garantizar cierta gobernabilidad en uno de los países más violentos del mundo y con una de las tasas de inflación más altas del mundo. Chávez era como un mago que podía trocar y trucar el sentido de los logros y desaciertos de la revolución bolivariana. Sin ese amortiguador anímico es difícil prever tiempos de sosiego. Él encarnaba a la perfección el optimismo irracional que nos caracteriza como pueblo, esa felicidad fácil, ese orgullo automático por “lo nuestro”. En general, Chávez estaba en perfecta sintonía con el pueblo: dicharachero, folclórico, a ratos amoroso, a ratos bárbaro. Cantante, cuentacuentos, pelotero, soldado, político. Todo a la vez.

Su conexión con los más pobres era, y lo sigue siendo, mediada por un anudado lazo afectivo, pues Chávez también encarnaba a la perfección el paternalismo como forma de acción política. Era el padre de los desposeídos, el taita, el encargado de resolver los problemas de sus hijos. Hoy, buena parte del país se ha quedado huérfana, con todo el dolor y el desamparo que ello implica: abandonados y sin la madurez suficiente para afrontar la orfandad, salvo con la ayuda de un otro ungido por el padre, es decir, de una extensión suya. Y hoy, después de ver con pasmo el cadáver de Chávez navegando en un mar rojo de gente adolorida, desgarrada, sería absurdo no reconocer que ese dolor, que es también energía e inspiración, se traducirá en un respaldo contundente a Nicolás Maduro, el elegido como sucesor.

Sin embargo, reina la incertidumbre. Sin su líder natural, al chavismo le corresponde mantener la fuerza que los aglutina, la unidad y la capacidad organizativa, así como formar nuevos liderazgos, sin que todo ello tampoco garantice la continuidad de un proyecto político. La oposición, por su parte, no tiene más opción que madurar dentro del juego democrático, organizarse y presentar al país una alternativa con la cual los más pobres puedan identificarse de forma genuina, no sólo para elecciones como las venideras (sobra decir que no convocarlas sería un golpe de Estado flagrante), sino para encarar el futuro. Chávez ya se está convirtiendo en mito e ícono de lucha latinoamericana y quienes lo hemos adversado tal vez pasemos a la historia –siempre escrita por vencedores- como los enemigos de la patria. La verdad es que su gobierno derrochó una oportunidad extraordinaria para dejarnos en mejor posición frente al mundo (lo tuvo todo a su favor: apoyo popular, dinero a manos llenas, control total), pero eso tal vez no pase a la historia. Por ahora –para usar una expresión popularizada por el gran ausente-, lo mejor que podemos hacer para paliar estos momentos difíciles es ponerle un alto a ese artificio interesado que conocemos como polarización. Eso y sólo eso marcaría el inicio de una mejor etapa en Venezuela.

octubre 12, 2012

Post-electoral: aprender a jugar

Cuando dos equipos se someten al arbitraje en un juego, las reglas se dejan claras de antemano y ambos equipos acuerdan respetarlas. Hay juegos en los cuales las decisiones arbitrales no son justas, hay juegos en los cuales la suerte no acompaña a uno de los dos equipos, y hay juegos en los cuales los errores se pagan y la astucia da ventaja. Pero sea como sea, hay reglas, hay árbitro y al final del juego el equipo perdedor no puede desconocer lo acordado.

Hay dos perspectivas para mirar lo que sucedió el pasado 7 de octubre en Venezuela: la del ganador y la del perdedor. Si consideramos la del perdedor, y tomando en cuenta que fueron más de 6 millones y medio de perdedores, es natural que las reacciones sean variopintas. En virtud de esa diversidad, nos gustaría destacar algunas cosas:
  • La oposición ganó más de 2 millones de votos, mientras que el Gobierno, a lo sumo, ganó unos 800 mil votos más.
  • La oposición aglutina ahora a un 45% de la población votante, prácticamente la mitad del país. Los dirigentes opositores deben aprender a perder, porque este resultado los compromete a ser una voz contundente. Aunque ciertamente en Venezuela se han borrado poco a poco los límites entre los poderes del Estado, sigue siendo cierto que el poder no sólo se maneja desde la Presidencia, y el trabajo por el país no sólo se hace desde el poder. Hay otros juegos en este campeonato: gobernaciones, alcaldías, parlamento.
  • La visión pesimista –que, por cierto, desestimula el voto- que piensa que ya todo llegó a su final y que es preferible rendirse antes que seguir luchando, realmente aporta muy poco para el camino que todavía toca recorrer. El camino no es fácil y aún queda en el inconsciente colectivo mucho de los 40 años que precedieron a los que ahora serán 20, pero el derrotismo no podrá generar fruto alguno. Ver con pesimismo lo ocurrido es, desde la oposición, conformarse con una visión escueta del asunto. Si Venezuela escogió continuar su recorrido hacia el llamado “socialismo del siglo XXI”, sus razones debe tener. ¿Alguien hizo alguna vez el ejercicio de acercarse a un partidario del gobierno para preguntarle por qué no Capriles? Si lo hizo, probablemente sabrá que la respuesta a esa pregunta se podría resumir en: “No queremos volver a la Cuarta República”. Así que lo más inteligente para el equipo perdedor es sentarse a pensar por qué para los ganadores su opción es la mejor. Eso sería más productivo que andar gritándoles “ignorantes”. Ignorancia, si a ver vamos, es no entender al otro ni hacer el esfuerzo para hacerlo.
  • Es interesante el camino que se le presenta a unos y otros. A la oposición se le presenta el gran reto de hacer entender a la gente, sobre todo a los que siguen al Presidente, que esta dirigencia no tiene nada que ver con la que condujo los destinos del país en el pasado. Eso implica mucha autocrítica, mucha apertura y mucha renovación de liderazgos. Al Gobierno, por su parte, se le presenta un problema serio, ya que su crecimiento disminuyó y el de la oposición se aceleró. Debe revisar la razón de la pérdida de espacio, saber leer el mensaje del pueblo y dedicarse a tomar acciones correctivas, incluida, seguramente, la resolución de problemas tangibles del ciudadano.
  • A Henrique Capriles se le abren nuevos panoramas: hacer de la MUD un ejemplo de unidad en la derrota, cosa en la que siempre ha fallado la oposición, que tradicionalmente se desmorona con los reveses. Capriles no debería dejar de recorrer Venezuela, y más bien se le deberían unir otras figuras opositoras, sobre todo las jóvenes. Hubo muchos pueblos donde Capriles no llegó, pueblos que mayoritariamente votaron por Chávez. Hay que averiguar por qué Chávez se hace onmipresente en esos pueblos a donde no llega físicamente.
  • A Hugo Chávez se le presenta doble reto: asumir nuevo mandato con ofertas de Gobierno desgastadas y con un descontento creciente incluso en sectores de bajos recursos, cuna tradicional de su apoyo. A ello se suma el tema de su salud, del cual todavía nadie tiene mayores certezas. De una u otra forma, todos los actores políticos han dado a entender que están viendo con claridad sus retos. Falta ver cómo los enfrentan.
  • A nosotros, los ciudadanos, nos queda el reto más importante de todos: aprender a plantear nuestras diferencias, a reconocer al contrario y a aceptar que aunque somos dos equipos, ambos trabajamos para un solo campeonato llamado País. Si tomamos la vía de la agresión, en algún momento las acciones se nos van a devolver.
Ganar y perder es parte del juego, hay que aprender a perder pero también hay que aprender a ganar para disfrutarlo. En rigor, hay que aprender a jugar.

febrero 15, 2012

Post - Electoral: ¿Hay un camino?

Tras un año de receso, ProMedio vuelve al ruedo. De entre el letargo y la anestesia, retornamos a la palestra para decir presente luego de las elecciones primarias de la oposición, y para reafirmar nuestra búsqueda constante por descifrar al país y reconstruir los puentes rotos.

Siempre nos ha gustado por acá ver más allá de lo evidente. La experiencia inédita en Venezuela de unas primarias presidenciales no sólo le han puesto nombre, apellido y rostro al rival del Presidente Hugo Chávez Frías en las próximas elecciones, sino que deja algunos hechos puntuales que, vistos desde un punto de vista crítico, pueden dejar muchas lecciones para nuestra vida política.

La participación fue alta, superando expectativas de los analistas políticos. Y ese hecho no sólo demuestra la disposición de la gente a participar, sino que la ciudadanía puede darle sorpresas a la clase partidista. Las famosas “maquinarias” devinieron en mitos, y los números de votos pintan interesante el panorama, ya que no sólo se superó el número de votantes del partido de gobierno en sus primarias legislativas, sino que además se superaron los estándares internacionales de participación en eventos similares.

Otro punto a destacar es la amplia ventaja que obtuvo el candidato ganador, tomando en cuenta que su contendor más cercano estuvo apoyado por los tradicionales AD y COPEI, y por el hasta ahora considerado partido fuerte de la oposición: UNT. ¿Cómo interpretarlo? ¿Rechazo de la gente a la política del pasado? ¿Pase de factura a los protagonistas tradicionales de la polarización actual?

Podemos agregar, también, que el tono de la campaña del ganador fue moderado. El mensaje a los electoresfue siempre contundente: ¡no más polarización! Mensaje que además ha sido reforzado con el gesto inteligente del triunfador, al invitar a los demás candidatos a compartir la tarima de su primer discurso como candidato presidencial oficial de la oposición.

Como toda moneda tiene dos caras, el hecho de que ganasen la mayoría de los candidatos apoyados por Capriles parecer haber sido el costo político más grande para Leopoldo López, lo cual supuso la pérdida de un bastión importante para su movimiento (Voluntad Popular): Chacao. Pero también arrojó resultados interesantes en casos como El Hatillo, donde ninguna de las postuladas por los polos opositores obtuvo la candidatura.

Otro punto que clasificaríamos como negativo fue la guerra sucia desatada en determinado momento en la campaña, que tuvo un pico altísimo en la rectal final, sobre todo después del anuncio del apoyo de Leopoldo López a Henrique Capriles. Lo visto la noche del 12 de febrero, sin embargo, parece comenzar a derribar las mezquindades de las individualidades.

Por otra parte, surge la interesante reacción del sector de los partidarios del Presidente Chávez, de la mano de su más visible cara de combate mediático, Mario Silva, quién lució torpe en su programa tratando de justificar matemáticamente una tesis de fraude, curiosamente similar a la esgrimida en el pasado por la oposición en el referendo revocatorio. El Presidente de la Asamblea Nacional, Diputado Diosdado Cabello, retomó esta tesis en sus declaraciones del lunes en la tarde, sugiriendo que “algo olía mal” dentro de las cifras de participación en las primarias. Paradójicamente, la mayor evidencia de lo contundente de la cifras de participación lo constituye precisamente esta reacción débil, confusa y extraña por parte de estos líderes del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV). ¿Dónde está el Presidente de la República, entidad omnipresente en nuestra cotidianidad, para fijar una línea política sobre este tema? ¿Cuál puede ser la conveniencia de desacreditar al CNE desde el sector que aglutina a los partidarios del Presidente? ¿Ello no iría en menoscabo de una estrategia en la que se ha invertido años de esfuerzo para que todos los sectores políticos respeten al árbitro electoral?

Los partidarios del Presidente Hugo Chávez Frías parecen estar adoptando las peores estrategias de la oposición, aquellas que le costaron el descrédito nacional e internacional entre 2002 y 2007. Para resolver un problema, primero hay que reconocer que existe. Utilizar el canal del Estado para denunciar un fraude, sin bases o pruebas y en menoscabo de un CNE cuya credibilidad es imprescindible para garantizar la estabilidad y la paz del país durante los procesos electorales de 2012, no sólo es irresponsable, sino posiblemente torpe desde el punto de vista político.

Los partidarios del Presidente deben recordar que las últimas elecciones que se celebraron en Venezuela (las legislativas de 2010), los partidos actualmente aglutinados en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) obtuvieron mayor cantidad del voto popular que el PSUV, aunque la distribución de escaños no lo haya reflejado en virtud de la alteración previa de los circuitos electorales. Aunque esa no fue una elección presidencial, sí es un antecedente claro y una evidencia elocuente de que lo que vimos el 12 de febrero no surgió de la nada.

No estamos frente a un hecho electoral y político aislado, sino a una tendencia que se viene reflejando paulatinamente desde, al menos, 2007. Si el PSUV quiere recuperar su arrolladora fortaleza de antaño -legítimamente y en el marco de la legalidad, y no a través del uso abusivo del poder-, debe comenzar por identificar las causas de esta erosión de su popularidad en algunos sectores clave con los cuales antes contaba. Debe fomentar el debate y las críticas tanto dentro de sus mismas filas como con los otros sectores políticos del país, y a partir de estas críticas constructivas comenzar a trabajar por solucionar los muchos problemas que actualmente padece la ciudadanía, sin achacarlo a conspiraciones internacionales abstractas o a campañas mediáticas.

Ahora, si la estrategia de los partidarios del Presidente es la del avestruz, enterrando la cabeza en el suelo, gritando fraude y desconociendo la realidad, entonces la oposición podría seguir fortaleciéndose, de la misma manera en que, en su momento, el rechazo de la vía electoral por parte de la Coordinadora Democrática fortaleció el monopolio político de los sectores que respaldan al primer mandatario nacional.

En todo caso, la noticia más importante del 12F es que parece que existe en el panorama político nacional una alternativa real, sólida, fresca, aunque no virginal. Una alternativa que parece dispuesta a trabajar por la reconciliación y, sobre todo, a trabajar, en lugar de arengar, propiciar enemistades y predicar ideologías-dogmas, cerrados al reconocimiento del otro. Desde esta tribuna pudiéramos pensar que, de mantener esa energía, el contendor del Presidente tendrá de aquí a octubre mucha oportunidad de conquistar, a fuerza de honestidad, a muchos venezolanos desesperanzados. Eso sí, tendrá un doble reto: debatir la propuesta del partido de gobierno y su candidato-Presidente y debatir su visión de país ante su propia audiencia, variopinta y plural, que agrupa a sectores de todo el espectro político de izquierda a derecha y de arriba a abajo. De aquí a octubre, nada está decidido. La verdadera batalla, la de las ideas, aún debe comenzar.

De nuestra parte queda seguir participando del proceso social y político, no en el plano electoral, sino en un campo más amplio. Nos toca, entonces, ser vigilantes promotores de ciudadanía, esa condición que a ratos parece extraviársenos a los venezolanos. El llamado es a aprender las lecciones y trabajar para que la vida política continúe transformándose. Que el debate público se base en argumentos e ideas, no en consignas vacías y pasiones sectarias, y que se desarrolle siempre en un marco de respeto, cuestión ineludible para construir, juntos, un país en el que todos tengamos lugar para sumar esfuerzos y desterrar del país a la violencia y la intolerancia.

enero 25, 2011

Diálogo y negociación: dinámica básica de un Parlamento

La gente de Asamblea Visible, nos envió este texto escrito por Francisco Alfaro, politólogo y miembro de la ONG que fue formada con el objeto de "empoderar al ciudadano en el ejercicio de su derecho constitucional y humano al acceso a la información parlamentaria". El texto en cuestión trata sobre la dinámica de diálogo y negociación que debe tener todo Parlamento, a la luz de la propuesta lanzada por el Presidente recientemente en su discurso de memoria y cuenta en la Asamblea Nacional. Disfruten el texto y discutámoslo.

El pasado sábado 15 de enero de 2011, el presidente de la República, Hugo Chávez, se dirigió a la Asamblea Nacional para presentar su informe de memoria y cuenta 2010 a los diputados del parlamento venezolano. Más allá de los aspectos históricos, administrativos y políticos enunciados por el primer mandatario nacional, es fundamental rescatar aquellas palabras que fueron destinadas a promover el diálogo y el encuentro entre venezolanos de distintas tendencias políticas:
“aren esta Asamblea y siembren la semilla del diálogo, del debate de altura, de la concordia nacional, de la búsqueda del reencuentro entre los venezolanos”.
Se supone que el diálogo y la negociación son los métodos de acción esperable de cualquier parlamento, en cualquier parte del mundo. Sin embargo, para la Asamblea Nacional del período 2011 – 2016, estos no sólo deben convertirse en métodos sino en objetivos en sí mismos, porque la polarización política del país hace necesario crear espacios de diálogo y de reconocimiento entre los venezolanos. La Asamblea Nacional tiene la responsabilidad moral de servir de ejemplo de interacción entre venezolanos para la canalización de sus diferencias y la conjunción de propuestas de manera pacífica.

El reconocimiento del otro, “de aquel que piensa distinto a mí” es una condición imprescindible en cualquier democracia. Reconocimiento que va más allá de facilitar espacios, ya que debe implicar una verdadera inclusión. En esta misma tónica de diálogo, y en referencia a los diputados opositores de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), el presidente Chávez manifestó su alegría por el regreso de este sector y señaló que la irrupción del otro hace que podamos abrirnos a la comprensión:
“Han llegado ellos y ellas en una irrupción del otro, pues bien, bienvenidos: La irrupción del otro puede ser la inauguración de un proceso que debe comenzar por la comprensión. No necesariamente el entendimiento en todo, no necesariamente el acuerdo, no. Se refieren a la comprensión, que nosotros realmente los comprendamos a ellos y a ellas; y que ellos o ellas nos comprendan a nosotros porque todos somos venezolanos, venezolanas y estamos en este mismo territorio”.
Asimismo, y en rescate de la otredad, agregó que como él no observa a los diputados de la oposición como enemigos sino como adversarios políticos.

La Asamblea Nacional, como Poder Público tiene, por una parte, funciones de contraloría a los otros poderes públicos y por otra, funciones legislativas, es decir de redacción, discusión y aprobación de leyes. El diálogo de pareceres y la negociación de posturas es la dinámica que debe privar en el hemiciclo de cualquier parlamento, haciendo honor a la palabra “parlamentar”.

En la Venezuela de hoy es necesario el diálogo, el reencuentro entre los venezolanos y recuperar la capacidad de valorar a una persona más allá del color político o ideología que pueda defender. Nuestros diputados deben ser ejemplo de diálogo, tolerancia, reconocimiento, escucha activa y respeto al otro dentro y fuera de la Asamblea.

Es necesario evitar repetir las escenas de intolerancia y de irrespeto que se observaron en la anterior legislatura para dar paso a debates de altura, donde lo fundamental sea la discusión de los temas y no la descalificación. En ese sentido, es muy destacable la participación del diputado Juan Carlos Caldera quien, el pasado 5 de enero, día de la toma de posesión de los nuevos parlamentarios, señaló que los venezolanos están cansados de la polarización y lo que buscan es diálogo entre los diversos sectores y partidos para la solución de los problemas del país. Por ello abogó a procurar la discusión constructiva y el debate con respeto, tolerancia e inclusión.

Para el logro de este objetivo será fundamental el trabajo de diputados que, más allá de representar una bancada determinada o de asumir determinado protagonismo político, estén interesados en crear puentes de entendimiento entre los bloques que actualmente polarizan la Asamblea Nacional y el país. Esta tarea, si bien no suele ser bien vista por los sectores radicales del país, sí pudiera traer réditos políticos a despecho de aquellos que respaldan actitudes extremistas, siendo un aporte fundamental para el rescate de la institucionalidad, el fortalecimiento del Estado y el reencuentro de los venezolanos.


Francisco Alfaro Pareja (@franciscojoseap)
Politólogo.
Director de Investigación y Formación.

diciembre 26, 2010

Urgencia parlamentaria


Si fuésemos ciudadanos de otro país, quizás lo primero que se nos vendría a la mente al escuchar la frase “urgencia parlamentaria”, sería la convocatoria de un cuerpo legislativo para tocar temas relacionados con guerras, conflictos internos, terrorismo, criminalidad, o incluso con alguna catástrofe de orden natural o social.


¿En qué consiste la “urgencia parlamentaria” que hemos estado padeciendo en este último mes los venezolanos? No es la Ley de desarme lo que se aprobó bajo esta figura; esa se engavetó. No es una ley de materia penitenciaria; esa ni siquiera ha tomado protagonismo. Tampoco se trata de alguna ley relacionada con el impacto de las intensas lluvias que sufrimos recientemente; esa tarea se la dejaron al Presidente mediante una Ley Habilitante de 18 meses.

Esta “urgencia parlamentaria” ha abarcado hasta ahora tres grandes temas: conocimiento, información y opinión. Es curioso, en el pasado estos temas resultaban sensibles de regulación en regímenes totalitaristas, como el de Franco en España, Pinochet en Chile o Videla en Argentina, incluso para el de Pérez Jiménez en Venezuela, y ¿qué tienen en común estos gobiernos con el nuestro? Si somos rigurosos, tal vez sólo podamos atinar en un punto: son gobiernos militares.

Casi siempre de madrugada o muy tarde en la noche, los asambleístas de los partidos que apoyan al Gobierno sancionaron, en este último mes del año 2010, la Ley de Responsabilidad Social en Radio, Televisión y Medios Electrónicos; la reforma a la Ley de Telecomunicaciones; la Ley de Partidos Políticos, Reuniones Públicas y Manifestaciones; la reforma a la Ley de Educación Superior y la modificación del Reglamento Interno de Debates de la propia AN; además de la Ley de Bancos, la Ley Orgánica del Poder Popular, la Ley de Instituciones del Sector Bancario y tal vez alguna otra que se nos pase.

Corresponde ahora a la sociedad civil en general, leer las distintas leyes con atención –cuando sus versiones definitivas estén disponibles- y evaluar sus implicaciones, especialmente en lo que concierne a la autonomía universitaria, a la posible censura (o autocensura) que provoquen en Internet y sobre todo en lo referente al tema de la criminilización de la opinión, por medio de sanciones concretas a funcionarios y a ciudadanos en general, por expresar sus ideas en cualquier ámbito. Creemos que si la sociedad no reacciona –nos referimos al ámbito de la opinión pública y la movilización pacífica- ante un cerco a la autonomía, entonces es que no tiene signos vitales. Y con una “sociedad vegetativa” pocas esperanzas se pueden albergar...


¿Por qué la prisa en legislar sobre materias, en algunos casos, tan sensibles? ¿Por qué no esperar la instauración de la nueva AN que aún cuenta con mayoría pro-gobierno? ¿Por qué imponer el criterio discrecional de una sola rama de pensamiento para los contenidos de esas leyes?


Pudiéramos estar de acuerdo con parte, e incluso con la totalidad, de los contenidos de las leyes aprobadas recientemente, pero lo cierto es que no hubo en ningún momento una consulta amplia como la que siempre se ha pretendido promover desde la bancada del PSUV en la AN. Cabría mencionar que aún hoy desconocemos los textos que fueron aprobados, pues la página de la AN lleva días caída y apenas hemos podido leer los textos de las proyectos de ley que se fueron filtrando en la prensa ¿Amplia consulta? ¿Transparencia informativa? ¿Democracia participativa y protagónica?

La actual Asamblea fue electa con una abstención superior al 70% de los electores inscritos en el CNE, y está a escasos días de culminar su período parlamentario. Aún así, ha aprobado a la velocidad de la luz todas las leyes mencionadas anteriormente y, además, ha recortado el ámbito de acción de la próxima AN a través de la Ley Habilitante otorgada -también en tiempo récord- al Presidente de la República.

Consideramos que esa no es precisamente una vía para bajar los niveles de confrontación política, y una muestra de ello es el resurgimiento de la tesis del 350 y de los promotores de los atajos políticos que buscan “salir de Chávez” sin profundizar mucho en el cómo. Por lamentable que sea, estas reacciones parecen ser una reacción natural al empeño de ejercer la dictadura de las mayorías en un momento en el cual, dicho sea de paso, esa mayoría se encuentra en entredicho.


El año 2011, año previo al importantísimo evento electoral para el nuevo período presidencial, se vislumbra como un año donde probablemente alcancemos los niveles de polarización que tuvimos en el año 2002, y todos sabemos cómo terminaron las cosas entonces. La aplicabilidad de las leyes aprobadas por la AN en este mes de diciembre también está en duda, pero las leyes están allí, algunas de las cuales ciertamente son bastante punitivas con respecto a los delitos de opinión y de expresión. Con mucha vergüenza y desesperanza, debemos afirmar que hoy somos un país menos democrático que ayer. Ante este panorama, no nos queda más que sugerir que usemos estas fechas festivas no para la congoja y la pura aflicción, sino para la reflexión y la resistencia. En el fondo, esta lucha es una lucha por el respeto a todo nivel.